GURDJIEFF - ARGENTINA
 
 
 
 

HARA DE K.G.DÜRCKHEIM

 


K.G.Dürckheim

"EL HARA, FUERZA EXISTENCIAL" Aparte tomado de "Hara, Centro Vital del
Hombre" autor K. G. Dürckheim. Desde el principio hasta el final de la vida, al
hombre le preocupa su permanencia en este mundo. Quiere mantenerse y
preservarse, lo que se traduce por un constante afán de seguridad y de
estabilidad. Ha de poder, tanto afirmarse e imponerse, como defenderse. Si ha
perdido el contacto con el SER supranatural encarnado en un Ser esencial, o si
no lo ha reencontrado aún, necesita contar únicamente con el mundo en el
que vive, y con las facultades de las que el Yo dispone, para tener la vida en
sus manos. Pero el hombre que dispone de Hara, no se fía únicamente del
mundo, ni lo apoya todo en las fuerzas del Yo. Vive una doble experiencia: ha
comprendido, primero que las fuerzas centradas en el Yo y dirigidas por éste,
al igual que la conciencia que él tiene de sí mismo, toman su verdadero origen
en otra parte, y no en el Yo y, luego, que el hombre que se repliega en el
terreno del Yo es, en el fondo, débil e inestable. Está bloqueado el surgimiento
de una fuerza mas profunda. Quien dispone de Hara se sirve, sin duda alguna,
de todas las fuerzas naturales del Yo, pero ha aprendido a no apoyarse
únicamente en ellas, y a preservar su nexo con la otra "dimensión", aquella de
donde le vienen las fuerzas que no dependen de las circunstancias, aquéllas
que dan libre curso a las fuerzas naturales, incluso sobrepasándolas. El
hombre que dispone de Hara, "está ahí" bien derecho. No es fácil hacer que se
tambalee ni que cambie de opinión (...) Aquel que domina la practica del Hara
es también menos fatigable. Puesto que siempre logra recuperar el nexo con
su centro, le es posible en todo momento abrirse a la segura fuente de las
fuerzas que le renuevan (...) El maestro de tiro con arco Kenran Umeji tenía
por costumbre invitar a sus alumnos a tocar los músculos de sus brazos
cuando tensaba el arco, cosa que no lograba nadie sino él. Sus alumnos
podían entonces comprobar que sus músculos estaban perfectamente
distendidos. Si cualquiera de ellos expresaba su sorpresa a este respecto, el
AIKIDO DOJO MONTE GRANDE
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maestro se echaba a reír diciendo: "El principiante es el único que trata de
tensar el arco con su fuerza muscular; yo lo hago simplemente con Ki ". Ki, o
sea, con la fuerza universal, de la que participamos en nuestro Ser esencial.
Con el Hara hay que aprender a sentirla, y a dejarla venir, al contrario de
como se hace con la fuerza movida por la voluntad, la fuerza del "hacer". El
hombre que está en el Hara sabe también esperar. Cualquiera que sea la
situación en la que se encuentre, da muestras de paciencia y siempre tiene
tiempo. Puede observar con calma, sin sentirse obligado a intervenir si algo le
desagrada. Cuanto más haya avanzado en la practica del Hara, habiendo
aprendido a conocer esta fuerza que le confiere calma y paciencia, toma antes
conciencia de aquellos momentos en que deja el centro "justo", cayendo bajo
el influjo del Yo egocéntrico. Y, con naturalidad, y sin quererlo, recupera el
centro. El hombre que dispone de Hara, está en calma. También el Hara
ejerce una virtud curativa con respecto al nerviosismo, bajo cualquier forma
que se presente. Desaparece la agitación, y los ligeros movimientos
involuntarios. Se podría decir que en el cuerpo se produce un reconciliación,
una paz interior que no es sinónimo de falta de vida, sino expresión de una
fuerza concentrada en el centro vital, fuente de seguridad, y una armonía a la
vez viva, "vibrante" y apacible, de ese todo que es el hombre. Quienes no
disponen del Hara, pierden fácilmente la forma. Enseguida montan en cólera,
son de salud frágil, y ante la adversidad, pierden pronto su porte. Por el
contrario, en aquel que está en el Hara, los motivos de irritación no le
prenden, o bien dan paso a una enérgica reacción que es testimonio de la
fuerza que le confiere el Hara.


 
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