GURDJIEFF - ARGENTINA
 
 

Una aproximación al arte wayuu
en el lenguaje simbólico del mito.

miércoles, 10 de septiembre de 2008, 20:36


Un día de primavera cuando los pájaros cantaron
Anunciando las primeras lluvias; cuando los
Suspiros florecieron se llenaron de perfumes los
Caminos La manifestación literaria Wayuu
da muestra de la presencia de una
conciencia mítica que despliega la
palabra del origen en un lenguaje
expresado, en el lenguaje simbólico,
es decir en el mito que constituye
una realidad sagrada de la cosmovisión
amerindia. Allí se deposita la
poesía como fuente inagotable de la
palabra del decir de un pueblo, convertida
en una herencia ancestral para la posteridad étnica. la mitología
debe su nacimiento a una concepción a la vez poética yfilosófica de
la naturaleza.
A través de los mitos de la creación
se nos muestran los fenómenos
que van naciendo para expresar la
íntima relación y la armonía espiritual
del ser humano con la naturaleza.
En el mito se revela la sacralidad
absoluta porque narra la actividad
creadora forjada por los dioses para
moldear y lograr su obra maestra.
El lenguaje poético y simbólico
de la creación describe los diversos
momentos sagrados forjadores del
mundo, de los seres y de las cosas
que lo conformarían. “La humanidad
no pudo comenzar con el pensamiento
abstracto o con un lenguaje
racional; tuvo que pasar por la edad
del lenguaje simbólico, del mito y
de la poesía”
Por ello se erige en un modelo ejemplar
de todo lo que se manifiesta en
la existencia. El mito se instituye en
el modelo a seguir por un pueblo o
comunidad, representado en símbolos
que se constituyen en mensajes;
pues tarea del hombre es la de seguir
el comportamiento ejemplar de
los dioses.
La conciencia mítica amerindia
es la viva expresión de la relación
entre el ser humano y dios o los dioses,
puesto que es a partir de este
misterio que el pensamiento mítico
expresa la causa originaria de los seres
y de todas las cosas, incluso del
arte y, lo cual tiene su fundamentación
en el proceso cultural intrínseco
de cada pueblo étnico.
El mito resguarda una especie de
ley inmanente que descubre la existencia
de una modalidad del mito, es
decir, su forma interna o sistema espiritual.
Es allí donde ubicamos el
proceso creador en su pureza, siendo
el arte propiamente parte de ese proceso,
pues se trata de la imaginación
creadora desde su esencia. “Según
parece, los comienzos del arte creativo
se remontan a una esfera en la
cual la actividad creadora misma
está todavía enclavada en representaciones
mágicas y está dirigida a
determinados fines mágicos y de la
cual, consecuentemente, la imagen
todavía no tiene significación independiente
puramente “estética”
La narración mítica Wayuu cobra
vuelo en la libre expresión poética
de la oralidad encontrada en los mitos,
fábulas. “La forma de narración
que es propia del mito tiene su lógica
propia”  Allí
predomina el enunciado mítico del
universo donde lo cosmogónico se
perfila en el juego de los contrarios,
sobresaliendo, por ejemplo la concepción
étnica de la vida y la muerte.
Así pues, la muerte conforma
todo un sistema simbólico que se relaciona
con la cotidianidad, incluso
cobrando allí sustancialidad la experiencia
onírica. “La vida se prolonga
en el día, en la noche y más allá del tiempo. La vida es un ascenso a través
de la muerte, se continúa viviendo
en el territorio de los espíritus” El relato de los orígenes es un reencuentro
con el pasado ancestral
más remoto, donde cada fenómeno
de la naturaleza cobra vida, pues el
pensamiento mitológico forma parte
de la memoria colectiva, que en su
totalidad conforma la conciencia étnica
y aflora como una “grabación”
en los individuos, llegando a constituir
todo un reservorio de sabiduría
ancestral y, donde predomina una
visión de respeto de la naturaleza
como fuente originaria de la vida.
“La naturaleza, el cosmos, los fenómenos,
los elementos, se confunden
en un mismo plano; lo telúrico se
animiza, se antropomorfiza, la lluvia
se vuelve genio portentoso, los vientos
cantan y bailan en los halos de la
luna, su Piowi*1 de los mares, y en
la superficie de arriba; las estrellas
son los ojos del ganado que echados
en los corrales del cielo, sólo muestran
la brillantez de sus ojos en la
noches limpias de verano”
Entonces, damos cuenta que el
mito requiere de comprender y
aceptar que posee un orden específico,
donde se une los místico con lo
espiritual, de hecho podemos observar
que se plantean la comunicación
con los espíritus. También se refleja
la energía de los seres inmortales y
divinidades. “Es la forma teológica
y animista que por medio de las creencias
mágico-religiosas trata de explicar
los fenómenos de la naturaleza
y sus elementos de continuo devenir,
procesada en el trasfondo de
su alma”
Esto lo podemos notar entre los
elementos determinantes distinguidos
en la modalidad del mito, donde
hemos interpretado el origen del
arte en la expresión mítica, cuya
manifestación espiritual se asimila
a la primera producción del arte
amerindio. Su validez radica en esa
verdad inmanente que esboza la
esencia de las cosas. Por ejemplo,
en el caso que nos ocupa nos referimos
al arte, el cual se pone de manifiesto
en el mito analizado. Esto
se despliega a partir de símbolos y
signos, que para comprenderlos tenemos
que penetrar y comprender
la esfera del significado que permanece
en cada lenguaje en su especificidad,
y aflora en el estilo simbólico,
aprehendiendo desde su esencia
la imagen creada.
En este orden, la manifestación
del arte también está presente en el
mito, constituyendo una especie de
pintura expuesta entre símbolos y poesía.
(1 * Piowi: circulo luminoso que se forma alrededor del sol, también de la luna).
Un ejemplo de ello, lo observamos
en el mito analizado, Waleker,
donde se expone el nacimiento
del arte del tejido Wayuu. Si nos
internamos en la expresión de este
mito daremos cuenta de lo antes
planteado.
Cuenta el mito de Waleker que
un día cuando Irunuu (estrella que
cae) se encontró a Wokoloonat
(nombre mítico de la araña cuando
ésta era un ser humano), niña muy
fea, quien era maltratada por las hermanas
de Irunuu cuando él no estaba
presente. Ella tenía el don de
convertirse en una hermosa mujer
cada noche con la llegada del conticinio.
En esos prodigiosos momentos
extraía de su boca un “hilo tan
fino y centellante que parecía una
hebra de luz” (Paz Iguana, Con aquel hilo tejió la trama
de los más primorosos colores. Sacaba
los hilos de la saliva para tejer,
simbolizando ser sacado de la propia
esencia de la divinidad. Los hilos
eran madejas policromas que
ella combinaba con delicadeza y exquisita
belleza.
En el mito se narra el nacimiento
del arte Wayuu a partir de un hecho
mítico, éste es finamente plasmado
en la palabra simbólica que es el
decir del origen. “El mito está concebido
en este contexto como el
concepto opuesto a la explicación
racional del mundo”
Veamos que la idea del tejido es
desarrollada en el mito Wayuu, el
cual es simbolizado con la figura de
una niña hija de las fuerzas de la naturaleza
que se convierte en mujer
para desarrollar el arte del tejido.
“Wokoloonat era una hábil tejedora hasta
entonces desconocida. Para ella no había
secretos en el arte de tejer, porque todos
los conocía. Sabía combinar los colores
maravillosos con que se visten las mariposas
porque así lo aprendió de ATIA, la
que tejió el arco-iris sobre los cielos y el
cinturón de KA'I sobre la aurora. Sabía
imitar los matices de las flores; porque
así se lo enseñó KANASPI. Sabía tejer
encajes primorosos como los que teje el
mar con sus espumas”
La muchacha tejía hasta la madrugada
todos los implementos que
hoy conocemos en la cultura Wayuu,
por ejemplo la primera noche
elaboró el chinchorro, en el mito se
narra que los colores de éste son semejantes
al plumaje de las guacamayas
(Wa'amayas). En otras palabras,
el colorido del arte Wayuu es el propio
de la misma naturaleza, por lo
cual notamos que el arte del tejido
no sólo simboliza los colores sino la
esencia de la naturaleza.
Cada noche la doncella Wokoloonat
(a medianoche se convertía en
Waleker, bajo el prodigio de la noche
pasaba a ser una mujer hermosa
y hábil tejedora) tejía una cosa dife
rente, ella hizo una manta, una ruana,
un cinturón, un guayuco, una
bolsita o bolsillo lateral, un pañolón
y un gorro. Waleker (dice el mito
que ella) “imitó los colores con que
los genios tejieron los paisajes. Los
mantos que tejen los inviernos sobre
las llanuras; las enredaderas que se
entretejen sobre los árboles; el pabellón
de las neblinas que cubren la
cuesta azul de los montes; las blancuras
de las nubes que afloran en la
lontananza y la armonía de los crepúsculos
vespertinos”
Este es parte de la armonía del color
enlazado con la esencia misma de la
divinidad como símbolo del arte, es
decir, el arte del tejido en este pueblo,
cuya manifestación es simbolizada
como poseído desde su esencia
por la belleza y la representación de
las fuerzas divinas que nos rodean.
Waleker dejó un legado cultural
al pueblo Wayuu, especialmente
para la mujer. Ella propiamente era
hija de la noche y de la soledad, evidentemente
ella también era una divinidad,
por ende el arte del tejido
se origina de la propia naturaleza,
ésta conformada por divinidades que
contenían propiedades y dones para
ser legados a los mortales. “Participo
de mi doble naturaleza para enseñar
en vuestro orden el arte de mis
predecesoras aquellas que tejieron
para los Genios: ATIA, MAAWUI,
KANASPI, SE'SE”  Quiénes son estos genios
que nombra Waleker en su discurso:
ATIA es considerada como sobrina
de Juyaa, se manifiesta durante las
tormentas, sirve para alejar las tempestades;
También representa la paleta
de macana aguda en los extremos
que sirve para empujar los hilos
en el telar; MAAWUI es una mujer
genio que aparece como inventora
del tejido, también es la planta de algodón;
KANASPI es la deidad que
personifica el símbolo del tejido,
además es una planta silvestre de
flores rojas y trenzadas como si estuviesen
tejidas. “Sabemos que los
hombres de pensamiento mágico viven
el mundo como una unidad cerrada,
en la que cualquier objeto,
animal, planta o piedra está regido
por fuerzas ocultas que para ellos
constituyen su forma de realidad.
Esta realidad mítica informa a los
individuos sobre el origen de la
vida, el cual se reitera ritualmente
como una experiencia sagrada” De tal manera, Waleker declara
que ella ha venido a enseñar a tejer a
los Wayuu, “Creí que vuestras hermanas
pudiesen aprender mi arte”
En el mito
se percibe que la mujer prodigio tenía
una misión, pero no lo logró en
el momento oportuno dada la maldad
y la mala intención de las mujeres
que la rodeaban, en consecuencia
recibieron su castigo y ellas fueron
convertidas en murciélagos, animal
que caracteriza en el mito el
comportamiento de dichas mujeres.
Toda la majestad del tejido es un
reflejo del arte Wayuu, pero aquí el
arte no es una imitación de la naturaleza,
tal como lo declaró un día
Aristóteles, sino que recoge en su
esencia la naturaleza misma en toda
su belleza como parte de la creación.
Pues en toda su potencialidad
está presente en la medida que se
desarrolla el argumento mítico.
Veamos que Waleker es una deidad
virgen, lo cual es desde ahí una
manifestación del significado de
este valor de la mujer para esta sociedad,
lo cual está presente como
un mensaje de lo que representa la
pureza de la mujer para recibir los
dones divinos del arte. “no brindo
mi pureza al capricho de lo falso y
de lo impuro”
El mito culmina con la persecución
de Irunuu a Waleker, quien cae
al vacío, convirtiéndose en araña y
se pierde en la noche oscura, dejándolo
solo y sin consuelo. Irunuu
muy apesadumbrado por el destino
de la niña-mujer recoge todos los tejidos
y se los lleva a una mujer.
“Cuando retornó a su rancho, guardó
cuidadosamente todos los tejidos
y los envió a una famosa KULAMI'A2
para que ésta los imitara y
los enseñara a las mujeres de buen
juicio” Evidentemente,
la virginidad de la mujer
en esta etnia tiene un significado
que va más allá de la mera representación,
pues se trata de la abertura
del espíritu humano a las radiaciones
de las fuerzas divinas espirituales
que sólo pueden invadir el alma
humana en su calidad de belleza y
bajo la virtud de la pureza.
En este orden, nos atrevemos a
interpretar este mito en el carácter
de una aproximación de la visión de
estética en el Wayuu, éste ligado a
su cosmovisión con raíces muy firmes
en los elementos míticos-filosóficos
del origen. En el arte del tejido,
tal como lo hemos analizado anteriormente
cobra fuerza no solamente
la esencia del arte en íntima
relación con las fuerzas de la naturaleza
y bajo un matiz divino, sino que  Se trata de la mujer destinada a permanecer siempre virgen. Esta se queda
encerrada para toda la vida sin conocer varón alguno, es decir, se trata de la figura
inmaculada que también está presente en la etnia Wayuu.
el estilo simbólico predomina en un
genuino estilo poético que en sí mismo
descubre el arte en el lenguaje
oral.
El mito resguarda la concepción y
la visión del mundo, pues es el decir
que se erige en fuente inagotable de
poesía y filosofía. Para Gadamer el
mito resguarda su propia riqueza y
credibilidad porque es propiamente
filosofía, por lo cual se postula en
hacer justicia a esta dimensión de lo
mítico y de lo ritual en razón de
comprender la palabra, el lenguaje,
en toda su complejidad.
El origen del tejido forma parte
del la mitología Wayuu, donde el
arte es un don legado a las mujeres.
Esto queda plasmado en un lenguaje
pleno de significaciones para expresar
como se forma la trama del tejido
y de los colores en un lenguaje
sólo propio del Wayuu. Bien manifestó
Humboldt que el lenguaje obra
en el interior y el exterior del ser humano.
También dice Cassirer que el
mito toma una dirección que sigue
la conciencia en la estructuración de
la realidad espiritual.
En cuanto a la mujer en el mito
analizado, vemos que la presencia de
ella es decisiva en la actividad creadora
del arte del tejido, lo cual parte
de un acto sagrado, donde se concentran
las fuerzas cósmicas en su carácter
de divinidades. Aquí, la mujer
Wayuu responde a su importancia
cultural y social étnica, cuya condición
matrilineal y matrilocal es decididamente
participativa, quedando
esto expresado desde el relato mítico,
por ser ella la mujer el eje central de
esta etnia y precursora del arte del tejido.
“Los íconos femeninos afirman
la importancia del signo y la magnitud
de su repercusión simbólica y en
su interior subyacen indudablemente
interpretaciones estéticas del mundo” La importancia social de la mujer
Wayuu está intrínsicamente ligada
al arte de tejer, lo cual no sólo es llevado
a cabo en un estilo muy propio
de esta etnia, sino que además esto
es plasmado de manera muy categórica
en el mito antes mencionado,
donde se destaca la maestría y la
perfección de esta labor. “Las mujeres
sorprendidas de ver aquel tejido,
la disposición de los hilos, sus colores,
su hechura, su dimensión exacta.
Todo era perfecto, no había duda,
aquella preciosidad era obra de una
hábil tejedora y no de malos espíritus
como creyeron antes”
Así mismo se puede observar
como se enfatiza en la calidad estética
del tejido sumergido en el matiz
mítico de sus diseños, donde se observan
iconos simbólicos propios de
los antepasados Wayuu. “Las mujeres
sorprendidas de ver aquel tejido
tan extraño, con visos de serpientes
enrolladas, no se atrevieron a tocarlo”
Este rinde cuenta de ser concebido
desde la historia sagrada, es decir,
desde la creación, por lo tanto,
el arte allí es concebido desde su
esencia, manifestando un sincretismo
espiritual tanto en la palabra mítico-
poética como en la muestra elaborada,
íntimamente relacionada
con la fuerza de la misma naturaleza
en el momento de la creación. Por
ello, percibimos en el arte Wayuu:
belleza y pureza, enlazados en una
esencia común.
El mito finaliza diciendo: “Desde
entonces los guajiros conocieron el
arte de tejer; maravilloso legado de
Waleker, que en nuestro idioma significa
araña”
Así, concibe este pueblo el origen
del tejido, el cual es la más fiel
muestra del arte, allí predomina la
relación de ser éste un legado divino
que queda en la memoria ancestral
para ser transmitido de generación
en generación.
La palabra mítica Wayuu nos da
una información muy valiosa que
evidentemente si llegase a ser analizada
desde la niñez indígena, estaríamos
dando un paso para comprender
la conciencia étnica y a valorar
su especificidad cultural. Esta
que ha sido tan malograda por la injusticia
histórica a la cual fueron sometidas
estas sociedades desde la
colonización hasta nuestros días.
Entonces el arte en el pensamiento
Wayuu no es concebido desde la
perspectiva occidental, por el contrario
interpretamos a través del
mito, que el arte está allí suspendido
en su esencia original. Cuando logramos
entrar en el detalle del lenguaje
literario del mito, esgrimido
simbólicamente y luego lo analizamos
en todo su candor mítico, evidenciamos
lo que esto representa
para el indígena, es decir un despertar
de su valiosa condición de ser a
partir de la esencia divina. Además,
nos conduce a descubrir y comprender
la visión filosófica de la cual son
poseedores, cuya concepción descansa
en la sacralidad atribuida a las
fuerzas cósmicas y a los dones espirituales
que le atribuyen a la naturaleza.
Pues, penetrar, comprender y
aceptar la visión filosófica mítica étnica
es comprender y asimilar la interrelación
de estos con la naturaleza,
lo cual es vital rescatar en estos
momento cuando la tierra es sometida a los rigores de un mal concebido
progreso.
Para nosotros constituye el mensaje
mítico étnico una abertura para
la Filosofía de la Cultura, pero se
trata de otros parámetros filosóficos,
que aunque no han sido concebidos
en los occidentales, evidentemente
es una filosofía expresada literariamente
desde un estilo diferente.
Reconocer el lenguaje simbólico
étnico es tarea de la filosofía de la
cultura, lo cual significa sumergirse
en la esfera intuitiva de cada pueblo
que concentra intrínsicamente sus
particularidades, bien en gestos, sonidos,
imágenes, símbolos e incluso
en el orden fonético y semántico,
pues lo mítico es parte de la comunicación
del mensaje filosófico. Este
conforma todo un mundo de expresiones
que sólo pueden ser comprendidas
en la medida que logramos
conocer, captar, comprender y
asimilar el lenguaje literario del
pensar mítico-étnico. “Este simbolismo
fonético sirve aquí para expresar
ese proceso espiritual fundamental
que se va manifestando con claridad
creciente en la formación del
lenguaje”  El
lenguaje simbólico generalmente es
la manifestación del rito y la ceremonia,
llegando sólo a la comprensión
de los iniciados a las enseñanzas
que se comparten y que justamente
engloban la cosmovisión y el
sentir espiritual que los distingue.
Comprender el lenguaje simbólico
significa trasladarse al interior, es
decir a la propia modalidad míticafilosófica
étnica amerindia, lo cual
implica lograr trascender los planteamientos
sicologistas, empiristas y
lingüísticos, pues de lo que se trata
es de comprender y conocer las formas
internas que convergen en el
lenguaje literario del mito. “Tan
pronto como el lenguaje ya no asume
sólo un papel instrumental, sino
que obtiene un rango constitutivo y
desarrolla con sus energías productivas
por así decir, una vida propia,
signo y significado no pueden dividirse
por mucho tiempo, a la manera
mentalista, en dos esferas, de tal
modo que el sujeto posteriormente,
relacione una idea inmaterial con un
sustrato material” El lenguaje mítico-simbólico se
evidencia en las culturas étnicas con
particularidades que se insertan en
su modalidad espiritual y en las formas
internas del mismo. Esto no
puede ser tasado ni medido bajo el
visor del lenguaje occidental, porque
es diferente, por lo tanto no
debe estar visionado ni incluido en
las mismas reglas y leyes gramaticales.
La determinación lingüística y
mítica de los pueblos trasciende el
molde de validez establecido por la
filosofía del lenguaje, puesto que
tiene sus propias variaciones, fundamentalmente,
en el carácter gramatical de la palabra, que se ha desplegado
en un estilo logístico que comprende
la lengua en la unidad de la
oración. “La lengua ella misma es
causa que, chorreando de la riqueza
interior del alma es siempre desprovista
de expresiones enteramente libradas
de todo concepto auxiliar”
  Por lo tanto,
la lengua va de la mano con su carácter
mítico, siendo esto expresión
del pensamiento filosófico étnico,
dejando de manifiesto la expresión
del ser y del existir.
La aceptación de esta visión sería
un abono fértil para la interculturalidad,
en la medida que ésta dejaría de
ser un discurso para constituirse en
un hecho palpable, pues la manifestación
cultural desde el plano filosófico
es una realidad perentoria de
una sociedad, sobre todo si nos referimos
a Latinoamérica que es un
mosaico, entre lo que es y lo que
apenas reconoce la filosofía y la historia
oficial.
De tal manera, referirnos a la filosofía
mítica amerindia no es un atrevimiento
sino un compromiso que
debe ser asumido, en virtud que esto
contribuiría al reconocimiento filosófico
étnico en el mundo. Además
esto equivale a cultivar el respeto
por la cosmovisión y la filosofía
amerindia a partir de literatura mítica,
la cual ha sido soslayada por la
humanidad.




 
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