GURDJIEFF - ARGENTINA
 
 
 

Lectura Sugerida Siddhartha de

herman hesse

     



"...Qué extraña ha sido realmente mi vida! -pensó-. Qué rodeos tan curiosos ha dado!...Qué camino el mío, sin embargo! Cuánta estupidez, cuántos errores, disgustos, dolores y desilusiones he tenido que soportar sólo para poder volver a ser un niño y empezar de nuevo!...He tenido que probar la desesperación, rebajarme ante la más insensata de las ideas, la del suicidio, para poder sentir la gracia, para volver a oír el Om, para volver a dormir bien y a despertarme tranquilo. He tenido que convertirme en un loco para redescubrir el Atmán en mi interior. He tenido que pecar de nuevo para poder revivir. ¿Por dónde me llevará aún mi camino? Es un camino absurdo, que avanza dibujando curvas, tal vez en círculo. Que avance como quiera. Yo lo seguiré...

¿No era acaso el tiempo la sustancia de todo sufrimiento? No era el tiempo la causa misma de todo temor y toda tortura? No se suprimiría acaso todo el mal, toda la hostilidad del mundo en cuanto el tiempo fuera superado, en cuanto se aboliera la idea de tiempo?..."

"No, un auténtico buscador, alguien que realmente deseara encontrar, no podía aceptar doctrina alguna. Pero, el que ha encontrado sí puede adoptar cualquier doctrina, todas, todos los caminos y objetivos..."

"En ese momento dejó Siddhartha de luchar contra el destino, en ese momento dejó de sufrir..."
"Cuando alguien busca, suele ocurrir que sus ojos solo ven aquello que anda buscando, y ya no logra encontrar nada ni se vuelve receptivo a nada porque sólo piensa en lo que busca, porque tiene un objetivo y se halla poseído por él. Buscar significa tener un objetivo, pero encontrar significa ser libre, estar abierto, carecer de objetivos..."

"La sabiduría no es comunicable. La sabiduría que un sabio trata de comunicar a otros suena siempre a locura...No bromeo, te digo lo que he encontrado. El saber puede comunicarse, pero la sabiduría no. Es posible encontrarla, vivirla, dejarse llevar por ella, y hasta hacer milagros con ella, pero comunicarla y enseñarla es imposible..."

"Es la mejor de todas mis ideas: lo contrario de toda verdad es también verdadero. Me explico: una verdad sólo se puede defender y traducir en palabras cuando es unilateral. Y unilateral es todo cuanto puede concebirse con ideas y expresarse con palabras: es todo unilateral, todo mitad, todo desprovisto de totalidad, de redondez, de unidad. Cuando el sublime Gotama hablaba del mundo en sus prédicas, tenía que dividirlo en samsara y en nirvana, en ilusión y en verdad, en sufrimiento y en liberación. Imposible hacerlo de otro modo, no hay otro camino para quien quiera enseñar.

Pero el mundo en sí mismo, lo que existe a nuestro alrededor y dentro de nosotros mismos nunca es unilateral. Nunca un hombre o una acción cualquiera es del todo samsara o del todo nirvana; nunca un hombre es totalmente santo o totalmente pecador. Nos parece que así fuera porque vivimos bajo la ilusión de que el tiempo es algo real. El tiempo no es real, Govinda, y esto es algo que he experimentado repetidas veces. Y si el tiempo no es real, la distancia que parece mediar entre el tiempo y la eternidad, entre el sufrimiento y la bienaventuranza, entre el bien y el mal, es también una ilusión..."

"El mundo no es imperfecto ni se encuentra en vías de un lento perfeccionamiento. No, es ya perfecto en cada instante: cada pecado lleva en sí la gracia, en cada niño alienta ya el anciano, todo recién nacido contiene en sí la muerte, todo moribundo, la vida eterna. Ningún hombre es capaz de ver hasta que punto del camino ha avanzado su prójimo; en el ladrón y el jugador de dados aguarda Buda, en el brahmán puede ocultarse un bandido.

La meditación profunda ofrece la posibilidad de abolir el tiempo, de ver simultáneamente toda la vida pasada, presente y venidera, y entonces todo es bueno, todo es perfecto, todo es Brahma. Por ello me parece bueno todo lo que existe: la vida no menos que la muerte, el pecado tanto como la santidad, la inteligencia no menos que la estupidez.

Todo ha de ser así, todo no pide sino mi aprobación, mi buena voluntad, mi comprensión amorosa; y en ese caso, es bueno para mí, sólo podrá estimularme, nunca podrá hacerme daño. He experimentado en cuerpo y alma que me hacían falta el pecado, la concupiscencia, el afán de lucro, la vanidad y la más ignominiosa de las vanidades para aprender a vencer mi resistencia, para aprender a amar al mundo y a no compararlo más con algún mundo deseado e imaginado por mí, con algún arquetipo de perfección inventado por mi cerebro, sino dejarlo tal como es, y amarlo e integrarme a él con gusto..."

"Pero no me hagas seguir hablando de esto. Las palabras son nocivas para el sentido secreto de las cosas; todo cambia ligeramente cuando lo expresamos, nos parece un poco deformado, un poco necio...; sí, y esto también es muy bueno y me agrada mucho: también estoy de acuerdo en que lo que constituye el tesoro y la sabiduría de un ser humano ha de sonar siempre un poco necio a oídos de otros..."

"Sí, puedo amar una piedra, Govinda, así como un árbol y hasta un pedazo de corteza. Son cosas, y las cosas pueden ser amadas. En cambio soy incapaz de amar las palabras. Por eso las doctrinas nada significan para mí; no tienen dureza, ni blandura, ni colores, ni cantos, ni aroma, ni sabor: no tienen más que palabras. tal vez sea esto mismo lo que te impide encontrar la paz; tal vez sea todo este exceso de palabras. Pues también liberación y virtud, también samsara y nirvana son simples palabras, Govinda. No hay objeto alguno que sea el nirvana; sólo existe la palabra nirvana...Y hablando francamente, las ideas tampoco me importan demasiado. Más me interesan las cosas..."

"Y he aquí una doctrina de la que vas a reírte: el amor, Govinda, me parece la cosa más importante que existe. Analizar el mundo, explicarlo o despreciarlo acaso sea la tarea principal de los grandes filósofos. Yo en cambio lo único que persigo es poder amar al mundo, no despreciarlo, no odiarlo a él ni odiarme a mí mismo, poder contemplarlo -y con él a mí mismo y a todos los seres- con amor, admiración y respeto..."


HERMANN HESSE

 
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