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INIPI LAKOTA

El Inipi Lakota es una ceremonia de purificación que tiene su origen en los rituales sagrados de los indígenas nativos americanos y cuya antiguedad se pierde en el tiempo. Es una cabaña hecha de ramas, preferentemente de sauce blanco (porque es flexible y suelta una sustancia relajante), con un orificio en el centro donde se colocan piedras calentadas al rojo vivo en un fuego ceremonial. Sobre las piedras se colocan hierbas aromáticas y agua, que al chocar produce abundante vapor, lo que provoca la sudación de las personas que están en el interior de ella, podríamos decir que es una sauna en la naturaleza, pero realmente es mucho más que eso.

La palabra Inipi deriva etimológicamente de la palabra lakota "Iniunkajaktelo", que literalmente significa vamos a orar a la tienda de sudación. El Inipi es un lugar de oración y como tal se considera un templo. La cabaña en si tiene forma redonda y está construida con 16 ramas verticales que se amarran formando dos cruces de 4 direcciones iguales, que representan a los 16 Espíritus Sagrados de la Tradición Lakota:
• Wi, el sol, portador de luz, calor y vida, el que nos aporta valor y generosidad a nuestra vida;
• Skan, el movimiento, es la fuerza y energía que nos mueve;
• Maka, la tierra, nuestra abuela que nos nutre;
• Inyan, la piedra, la naturaleza eterna del creador, la más anciana;
• Hanwi, la luna, representa los ciclos de la vida, el sobrenatural de las mujeres;
• Tate, el viento, controla las estaciones y vigila el sendero que conduce al mundo de los espíritus, padre de los cuatro vientos;
• Unk, el conflicto, el padre del mal;
• Wakinyan, el ave del trueno, señor de las tormentas, es el espiritu que crea la energía eléctrica;
• Tatanka, el búfalo, hermano del indio, el que da la salud, el alimento y la vida;
• Tob Tob, el oso, nos trae la medicina de las hierbas, el amor y la valentía;
• Wani, las cuatro direcciones, controlador del tiempo, mensajero de los sagrados;
• Yumni Wi, la diosa del mar, restauradora del equilibrio, amor, deporte, juego, energía femenina;
• Niya, el espíritu, aliento vital, esencia de la persona;
• Nagi, alma, habita en los seres humanos, los animales, las piedras, los árboles y los ríos;
• Sichun, la inteligencia, poder innato que habita en cada hombre y en cada mujer;
• Yumni, el remolino, lo inmaterial, el huérfano que nunca ha nacido, el remolino de aire, el pequeño torbellino, el travieso mensajero de los sobrenaturales.
Cuatro filas de ramas horizontales envuelven la cabaña y simbolizan a los cuatro mundos, el mineral, el vegetal, el animal y el humano; la última vara que se entrelaza en el techo con todas las 16 ramas verticales forma una estrella de ocho puntas representando a los planetas y al universo.

De esta manera la cabaña representa a toda la creación y al vientre sagrado de nuestra Madre Tierra en cuyo ombligo se colocan las abuelas piedras, sabias poseedoras del código genético de la historia de nuestro planeta. Cuando entramos al vientre de nuestra Madre volvemos a ser otra vez niños inocentes, pero como estamos en el mundo entramos impuros. Humildemente esperamos a que entren las piedras rojas y las saludamos respetuosamente, orándole a la sabiduría ancestral de las abuelas y al poder del abuelo fuego que nos limpien y nos sanen nuestros cuerpos y nuestras almas, es un momento muy especial, de silencio y veneración.

Se realizan cuatro rondas, abriendo la puerta cuatro veces para introducir más piedras. En cada ronda se invoca una dirección:
1. En la primera al Oeste, el lugar del misterio y de la oscuridad donde el guerrero espiritual aprende a caminar sin miedo reconociendo el lado oscuro; ahí se recibe la guía y consejo del Oso, el Tigre, la Serpiente y el Buho, que nos enseñan las tácticas necesarias para transitar por esos senderos.
2. En la segunda puerta al Norte, donde recibimos la fuerza y la sabiduría del Búfalo, quien nos sostiene en la vida.
3. En la tercera al Este, donde recibimos del Aguila la luz y la claridad para actuar en armonía con el Espíritu.
4. En la cuarta y última al Sur, el lugar de la Inocencia y la Compasión, donde recibimos las enseñanzas menudas del ratón y todo lo pequeño, el juego, la alegría y la diversión.
Desde ahi salimos ya purificados, livianos, limpios, con piel de bebé. Hemos conectado con Wakan Tanka, el Gran Espíritu a través de una ceremonia donde El se manifiesta haciéndonos sentir todo su poder. ¡Hemos vuelto a nacer!

 
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