GURDJIEFF - ARGENTINA
 
 
 

La genuina serenidad en la cara 18/5/86

El sentido de la serenidad en la cara viene de muy lejos –voy a hacer una pequeña disgreción tal vez, estoy improvisando- me lleva a la memoria de un signo del I-Ching de los chinos. El I-Ching que tiene cuatro o cinco mil años, no sabemos en realidad. En este I-Ching hay signos, sesenta y cuatro ideogramas, y dentro de estos signos figura uno que es uno de los Pakua, de los ocho fundamentales que es Du-I, lo sereno, el lago. El lago no movido por las ráfagas del viento y por otras turbulencias, sino el lago tranquilo, sereno, para los chinos representa el símbolo de la naturaleza que corresponde a la serenidad. Donde no hay onditas; no es lo mismo como mi emocionalidad donde hay muchas onditas psicológicas, por ejemplo una alegría bulliciosa, sino serenidad. Serenidad no es algo débil como podría parecer un signo de debilidad sino en este mismo I-Ching el signo se compone de una raya quebrada arriba, y dos rayas fuertes no quebradas abajo. Estas rayas no quebradas representan lo fuerte y la quebrada es como una apertura hacia afuera, hacia arriba; eso es doble, que es en realidad el Du-I sobre el Du-I, es decir el lago sobre el lago, para que no pueda secarse el lago, o no pueda desaparecer el agua, entonces lo fuerte está adentro como base en esto.

La serenidad tiene una posición muy especial; es algo donde estoy conectado con una tercera fuerza sin darme cuenta tal vez de la palabra, porque normalmente en mis emociones estoy en los opuestos; en una alegría, en una satisfacción, contesto, hasta alegre, y al otro lado, está la tristeza de mi salsa, de emociones negativas, etc. Entre estos dos polos me muevo. Los hindues llaman a esto el mundo Dvantva. Dva, es dos en ruso, en hindú, en latín, etc. Dvantva es el mundo de los opuestos. En la serenidad me acerco a algo que los hindúes en la antigua filosofía llaman el Nirtvantva: no está en los dos, en el dos por dos: Dvantva.

La serenidad nos pone en un equilibrio, tiene claridad, tiene alegría, tiene elementos de esto, pero sereno descansa en sí sobre algo fuerte como hemos visto. Y ese equilibrio me pone con una de las tres fuerzas o con una de las gunas, la guna del sattva, entonces esto es sattvico, que es eseral, es esencial, la serenidad. No tiene nada que ver con sangre fría, pero es un estado eseral, sattvico, que me permite existir hasta cierto punto entre los opuestos, en una forma por su alegría y su claridad reconciliándome, tanto con la parte negativa que acepto existiente, pero yo sereno, no una falsa tranquilidad sino que sereno es algo distinto no de una excitada alegría, entre los dos puedo existir y Ser y mi cara me puede ayudar mucho.

En el budismo hay la tradición de dos doctrinas, una interior o esotérica y otra exterior. La interior o esotérica se llama la doctrina del Corazón. A veces aparece esta palabra en la tradición del zen, y la otra es la doctrina del Ojo. El ojo que significa leyendo las Escrituras, mirando el mundo, investigando, etc., que es la parte exterior de la enseñanza. Evidentemente esta serenidad pertenece a la parte interior de una enseñanza. Nosotros tenemos otra terminología en la enseñanza de Gurdjieff, pero tenemos el par de Conocimiento y Ser. Conocimiento sería esto que corresponde a la Doctrina del Ojo, la transmisión de las Escrituras y de las Leyes, etc., y el Ser , corresponde evidentemente a la Doctrina del Corazón.

Mi serenidad pertenece a mi estado eseral, al Ser. No es un estado pasajero, donde estoy contento y después descontento otra vez porque tiene su balanceo como hemos visto.

La dificultad es llegar a una genuina serenidad, porque confundo la serenidad fácilmente con alegría, pongo sinónimos: es alegría, es estar contento. Pero no es esto, la serenidad tiene un peso muy especial, es algo para invocar en mí que existe en el fondo. Como me pongo dentro del ojo de mi propio ciclón; ciclón en el sentido del drama de mi vida. Ahí está el drama en la música de Mozart pero no es el drama, cuenta el drama. Estoy rodeado por el drama del mundo, del mío, pero no soy el drama. Yo soy sereno, me quedo sereno. Si puedo llegar a realizar algo en esta dirección mi vida se va a acercar más a un centro, a algo que está en el medio y no siempre en la periferia. Es hacia el cubo, en el cubo todo es sereno; en la periferia todo es agitado o pesado.

No quiero poner muchas palabras más, solamente decir que con todo esto Uds. tendrán que invocar algo en esta dirección, yo puedo ser sereno, yo quiero ser sereno, porque nos impide normalmente una enorme pasividad que justamente tenemos frente a nuestra cara. Estamos tan acostumbrados de expresarnos o ser expresados por nuestros estados de ánimo o la consideración que pongo al mirar al otro, al aparecer dentro de un grupo, al estar en la calle, entonces tengo mil caras, vanidad, auto-importancia, orgullo, violencia, tristeza, salsa, etc. Pero yo puedo invocar otra cara, una cara mía donde algo genuino se pone sereno. No voy a poder cambiar mi vida de repente, no voy a poder existir así por mucho tiempo, pero este lugar y este domingo, a pesar del clima, nos da una oportunidad de entrenarnos en esta dirección.

Si trato otra vez y otra vez, cuando estoy con otros o conmigo solo, y trato de no poner una falsa sonrisa sino una cara desde ADENTRO –momentos dije, por poco tiempo- y después si hay trabajo todavía sobre la cara, se puede llevar esto a la vida cotidiana, si uno no se olvida, puede tener un nuevo catalizador con el cual, uno puede mover su salsa.

Quisiera terminar estas pocas palabras por lo menos con un deseo, un deseo eseral, para no llamarlo una oración. Variando unas palabras o un dicho de Encuentros con hombres notables:

QUE LA SERENIDAD DE MI CARA

SE CONVIERTA

EN LA SERENIDAD DE MI CORAZÓN.

Carlos Matchelajovic

 
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